Recuerdo que cuando tenía 15 años, pensé que sabía todo. Recuerdo que pensé que lo tenía todo resuelto ... y recuerdo que odiaba cuando personas me daban consejos o predican a mi. Entonces, N., imagínate que este sermón es para tus padres, padrinos y familia.
Entonces, a la familia, piensen en cuando tenían 15 años. ¿Tenían sueños? ¿Metas? ¿Una visión de lo que podría ser el mundo? Sé que lo hice. A veces mis metas eran tan grandes que parecían imposibles. Pero mis padres y mi familia siempre me dejan soñar. Y, ahora que soy un poco mayor, creo que esta capacidad de soñar fue el mejor regalo que mis padres podrían haberme dado, especialmente cuando era una joven de 15 años. Una mujer joven quien están encontrando su camino en este mundo. N., ahora regresamos a ti. Estoy seguro de que estás emocionada sobre los regalos y las celebraciones que van a ocurrir. No es un secreto para mí que todo lo que está entre tú y una fiesta es este servicio. Pero escúchame por un minuto, porque espero que este mensaje sobre el don de soñar te quede grabado, al menos hasta tienes 16 años. Pero, ¿qué puede hacer el soñar? Pues, encontramos el poder de soñar cuando leemos las escrituras. En nuestro Evangelio de hoy, nos encontramos a María, Marta y Jesús, tres soñadores que imaginaron el mundo como podría ser. Primero, María y Marta eran soñadoras simplemente por el hecho de que siguieron la visión de Jesús de amor radical a Dios y amor al prójimo. Entonces, Marta soñó con hacer que el mundo fuera hospitalario para Dios al recibir a Cristo en su hogar y servir. Mary fue una soñadora al elegir renunciar a las expectativas de cocinar, limpiar y entretener. Ella eligió sentarse, escuchar y aprender de Jesús. Y finalmente, estaba Jesús. Dios encarnado que bajó a la tierra, empoderó y animó a las mujeres a soñar en una sociedad que silenció sus voces… y luego redimió al mundo entero del pecado. El poder de un sueño hecho realidad. N., espero que estés soñando ... estableciendo metas para ti ... imaginando cómo podría ser el mundo y viéndote a ti mismo como parte de esa visión. Quizás eres Marta, activamente haciendo que este mundo sea hospitalario para Dios. Quizás eres María, escuchando, observando y aprendiendo de Dios en el mundo. O tal vez eres como Jesús, ayudando a las personas a encontrar sus voces para que ellos también puedan soñar. Sinceramente, no soy mucho mayor que tú. Es probable que estoy más cerca de 15 que de la edad de los otros adultos aquí. Esto significa que soy suficientemente joven para recordar los grandes sueños que tuve cuando era adolescente y suficientemente mayor para ver que el mundo se apresura a cerrar los sueños. Sin embargo, necesitamos soñadores. Visionarios. La gente que no tiene miedo de imaginar un mundo mejor. Ver la posibilidad del cielo en la tierra. Entonces, a la familia de N., dale a N. el regalo de soñar. Y N., suéñate. Amén. |