Cuando fue la última vez que le mostraste amor a alguien?
Cuando fue la ultima vez que le mostrarte amor a Dios? Supongo que, si tomaras esos últimos 10 segundos para pensar en cuando mostraste amor a Dios y al prójimo, podrías pensar en al menos un ejemplo en las ultimas 24 horas. El mas obvio es que estas en la iglesia ahorita adorando a Dios, que es amar a Dios… Sobre de amar a los prójimos, sé que todos aquí están muy activos en sus comunidades, con sus familias, en el trabajo, y en la iglesia. [Todavía no estoy convencido de que algunos de ustedes duerman…] Y amar al prójimo es otra forma de amar a Dios. Entonces, aqui sabemos que “amamos al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37) y que amamos a nuestro prójimo (Mateo 22:39). Por medio de Jesus, nos dice que amar a Dios y amar al prójimo son los dos mandamientos mas importantes. Entonces, estamos haciendo muy bien! Pero, ve otra vez a nuestro evangelio de hoy. El segundo mandamiento, “amaras a tu prójimos,” no termina ahí. Jesus continua, “amaras a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Aquí, Jesus no solo nos esta dando permiso para amarnos a nosotros mismos, el esta haciendo que el amor propio sea central para amar al prójimo y a Dios. Entonces, te pregunto, ¿cuándo fue la última vez que te mostraste amor a ti mismo? Incluso si amamos a Dios y amamos a nuestro prójimo, si descuidamos el yo, ese amor no es tan completo como podría ser. Esto suena genial, verdad? Amor propio? Es facil, no? Pues, creo que no. En verdad, creo que el amor propio que glorifica a Dios es realmente difícil por los mensajes de sociedad. Probablemente, todos hemos sido condicionados a creer que amarnos a nosotros mismos es egoísta. Todos nosotros, de alguna manera – como mujeres, migrantes, latinos, jóvenes – nos ha dicho que nos pongamos en último lugar. "Sirve a los demás, trabaja duro, cállate, agradece que estás aquí, y conoce tu lugar". Entonces, si estas cansado, enojado, inseguro de como amarte a ti mismo, esta bien. Yo también. Porque cuando nos cuentan esta narrativa otra vez y otra vez y otra vez, saber cómo amarte bien a ti mismo, mostrar compasión a ti mismo, es casi imposible. Pero debemos aprender a hacer esto, por nosotros mismos, los demás, y Dios. Cuando nos descuidamos, no solo nos lastimamos a nosotros mismos, estamos lastimando a Dios y a nuestro prójimo. Pero, como se ve el amor propio que glorifica a Dios? Primero, creo que hay una diferencia entre el amor propio piadoso, que ayuda a construir el reino de Dios en la tierra, y el amor propio egoísta, que nos convierte en el centro del universo y nos aleja de Dios. El amor propio egoísta es un pecado. Nos convierte en ídolos y es lo que nos permite silenciar y oprimir a los demás. Sin embargo, el amor propio que edifica el reino consiste en aplicar los frutos del Espíritu a nuestro propio ser. Es mostrarnos “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio” (Gálatas 5: 22-23). El amor propio piadoso puede parecer como saber decir "no" y establecer límites. Pasando tiempo en la meditación o la oración. Escuchar tu cuerpo y saber cuándo descansar. Invertir en salud mental. Llorando. Votación. Ir al doctor. Tomar un cafecito con un amigo. Aquí está el truco: hacemos todo esto para poder amar mejor a nuestro prójimo, luchar por nuestro prójimo, hacer del mundo un reflejo del reino de Dios con nuestro prójimo. El mandamiento dice "ama a tu prójimo como a ti mismo." Entonces, ahora que hablamos sobre las formas de amarnos a nosotros mismos, debemos extender esa misma bondad y compasión a nuestros vecinos. A través de todo esto, estamos glorificando a Dios. Y es por Dios que podemos amar. Podemos amar – a los demás y nosotros mismos – porque Dios nos amó primero (1 Juan 4:19) y porque cada uno de nosotros es un hijo amado de Dios, hecho a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27). Dios nos creó con amor, dijó que somos dignos de amor, y continúa amarnos. Encuentra esperanza en esto. Esta promesa de amor de Dios, cumplida por Dios a través de Cristo, y mandada por Dios, significa que siempre podemos encontrar amor en Dios o en nuestro prójimo cuando es difícil para nosotros amarnos a nosotros mismos. Ésta es la belleza de una comunidad sana que recuerda extender el amor adentro y afuera. Una comunidad en el amor, como esta, significa que cuando no puedas amarte a ti mismo, te amaremos, te empoderaremos, y te recordaremos tu dignidad y valor inherentes. Y, cuando todo lo demás falle, recuerda que eres un hijo amado de Dios. Sigue amando a Dios, sigue amando al prójimo, y no te olvides de ti mismo. Eres la amada y el amado de Dios, y mereces amor también. Amén. |