El mes pasado, visité a mi familia en México, en el estado de Chihuahua. Pasamos tiempo juntos, comimos mucha comida, y visitamos toda la familia. Mas o menos cosas normales. Pero, un fin de semana fuimos a las montañas afuera de la ciudad.
Aquí en las montañas, tuve mucho tiempo para pensar, orar, y explorar. Y, como normal, yo hice estas cosas mientras corriendo. Corrí por las montañas y las pueblas, mirando a la naturaleza y los edificios. Y, vi algo muy especial – yo vi muchos iconos de los santos en las rocas, en las paredes, a cerca de los ríos. Santos como la Virgen de Guadalupe, San Francisco, y San Oscar Romero. Y para ver a estos Santos durante mi exploración me recordó que los Santos están siempre nos alrededor. Los Santos verificados de la iglesia, y los Santos quienes son personas normales. Personas como tu y como yo. Personas quien están tratando vivir una vida como es digno de la vocación con que fuimos llamados (Ef. 4:1). Ya saben que hay un proceso muy específico ser un Santo verificado en las iglesias Católica, Anglicana, y Episcopal. Y si tienes preguntas sobre esto proceso, podemos hablar más. Pero ahorita, no estoy hablando sobre este proceso. Estoy hablando sobre la realidad que nosotros encontramos Santos en nuestras vidas todos los días. Los Santos, incluso de los Santos verificados como María y Francisco, eran personas normales. Pero ellos tuvieron corazones para Dios. Obviamente, miramos al ejemplo de las vidas de los Santos y oramos a ellos para ayudarnos y guiarnos. || A veces, es posible que seguir a ellos parecer imposible. Pero, al fin del día, los Santos eran personas tratando hacer bueno en el mundo, tener corazones para Dios, y vivir una vida como es digno de la vocación con que fueron llamados. Y puedes hacer lo mismo. Tú puedes hacer bueno el mundo. Puedes tener un corazón para Dios. Puedes vivir una vida llamada. Puedes caminar el camino de Cristo. Yo sé que muchos de ustedes ya están haciendo esto. Pero si necesitas más guía, podemos leer nuestra epístola para hoy. En Efesios, san Paulo escribe que una vida digna de nuestra vocación es vivir con humildad, mansedumbre, paciencia, vivir en amor, y vivir en paz. El escribe que hay unos dones que Dios nos regala para vivir vidas para Cristo. Estos son ser apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, y maestros para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo (Ef. 4:12). Yo conozco a muchas personas quien viven con estas características y quien tienen estos dones. Y ellos no son Santos verificados de la iglesia. Imagino que el mismo es la verdad para ustedes también, verdad? Especialimente, estoy pensando en ustedes. Todos de nosotros tenemos la capacidad vivir como Santos en el cuerpo de Cristo y en unidad. Mas que eso, no solo tenemos la capacidad – es necesario que vivimos como esto. Esto es la misión de la iglesia y la misión de nuestras vidas cristianas. Nuestra misión es restaurar a todos los pueblos a la unión con Dios y unos con otros en Cristo (LOC pp. 747). Esta misión estaa en nuestro libro de oración y en la Biblia. que fuimos llamados. Si necesitamos ayuda, p odemos mirar a los Santos verificados para ejemplos, guida, y apoyo – pero, podemos también mirar a nuestros vecinos, nuestros hermanas y hermanos en Cristo. Somos un parte de la comunión de santos – ellos quien creen en Cristo y tratan seguir a Cristo, tratan hacer bueno en el mundo, tratan acercarse a Dios, tratan difundir amor, y tratan vivir vidas dignas de nuestras llamadas. Los Santos están siempre nos alrededor. Amen. |